Catedral de Palma

Catedral de Palma

La Catedral de Palma de Mallorca, más conocida popularmente como La Seu, es sin discusión no sólo el edificio más emblemático de la ciudad sino de toda Mallorca. Parte indispensable del skyline palmesano, no hay guía de viajes ni postal representativa de la ciudad  en la que esta maravilla del gótico no figure.

La característica que le ha conferido identidad y originalidad a La Seu es su condición de monumento no acabado. En efecto, su construcción se alargó durante más de 300 años, entre el siglo XIV y el siglo XVII. Desde entonces, ha sufrido nuevas reformas y remodelaciones, la más importante a cargo del famoso arquitecto catalán Antoni Gaudí en pleno siglo XX.

Esta condición de monumento en continua redefinición ha conseguido que la Seu se haya convertido en un receptáculo de los estilos más variados. En este sentido, uno de los méritos de los que puede presumir La Seu es el de no haberse convertido en un pastiche. Todo lo contrario, la Catedral de Palma integra la pluralidad estilística en una unidad armónica de notable impacto estético.

 

Un Gótico con carácter 

 

Con unas dimensiones de 122 metros de largo por 55 de ancho, la Catedral de Palma se diferencia notablemente de otras catedrales góticas. Esto se debe a que fue concebida dentro de los parámetros del conocido como gótico catalán. Esta vertiente del gótico abogó por plantas mucho más simplificadas que las empleadas por la vertiente francesa, variante a la que comúnmente asociamos nuestra imagen de lo que es el gótico. A nivel externo, La Seu también presenta una concepción más armoniosa en cuanto a la externalización de sus elementos constructivos como contrafuertes y arbotantes. Es todo ello lo que confiere a nuestra Seu una gran personalidad que consigue sorprender a quienes se esperan una catedral gótica más.

Y es que, no hace falta decirlo, la Catedral de Palma es única. ¿Sabías que en ella podrás ver el rosetón más grande del gótico? Con un diámetro de casi 14 metros, es el encargado de crear la atmósfera lumínica del interior. Una atmósfera espiritual casi mágica conseguida gracias a sus vidrios de colores y su estrella de David inscrita.

Destacan también sus enormes pilares, de gran robustez y de sección octogonal que aguantan la cubierta. Presentan la peculiaridad de que no poseen columnillas adosadas, un elemento muy frecuente en el gótico. Son por tanto, un alarde arquitectónico que crea, al mismo tiempo, un gran impacto estético. Y es que, a diferencia de otras catedrales góticas, no se busca un interior liviano que transmita una sensación de ligereza. Todo lo contrario, la impresión que recibe el visitante es la de rotundidad de formas y volúmenes.

 

Es por ello que La Seu resulta siempre impactante tanto para el entendido en arte, que podrá admirar las proezas arquitectónicas, como para el profano, que se sobrecogerá por la intensa espiritualidad del interior.

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